En el presente, no hay nada que Internet no pueda arreglar. Se trata de un falso pensamiento implantado en cada adulto joven y adolescente que nació en la era de la informática y desde que tiene uso de razón, concibe los dispositivos electrónicos como un medio no sólo virtual, también capaz de transformar la realidad y crear cambios significativos en todo lo existente.

No hace falta un enorme descuido, una vida sexual desatada, ni siquiera una infidelidad o un sinfín de parejas para contraer alguna enfermedad de transmisión sexual. El grueso de las personas del mundo buscan ayuda de un profesional de la salud cuando sienten fiebre y escalofríos, diarrea y falta de apetito o una reacción alérgica epidérmica que no cede después de un par de días. Es lo más normal acudir a una cita médica y seguir los tratamientos para recuperar un estado de plenitud luego de una infección estomacal, congestión nasal o pie de atleta; sin embargo, con la salud sexual ocurre exactamente lo opuesto.

Aún en el presente, la sexualidad se concibe como un tema tabú en el mundo contemporáneo, y como tal, se encierra bajo llave en una habitación, escondido bajo las sábanas, oculto pudorosamente en la educación infantil en casa o negado desde distintos cultos y credos, caracterizado como algo indigno para el deseo y el pensamiento. Todo tema relacionado con el sexo se trata con discreción absoluta, y en el caso de la salud reproductiva y sexual, la negación parece propia de una sociedad infantil.

Los pretextos son siempre los mismos: el miedo, la vergüenza, la desconfianza y un pensamiento absurdo que ante cualquier duda o síntoma, se encierra en la comodidad del engaño y prefiere convencerse de que todo está bien, aunque por dentro la incertidumbre quite la calma y provoque un decremento en la calidad de la vida sexual.

Para las mujeres, el simple hecho de pensar en una visita al ginecólogo no sólo resulta en una pérdida de tiempo, también en una pesadilla de dolor y pena, mientras los hombres confían en que jamás pisarán un urólogo u otro especialista de la salud reproductiva y sexual. Sin embargo, la posibilidad de contraer una enfermedad está siempre latente y ante cualquier duda, lo mejor es mantenerse informados y recibir ayuda profesional.

Una iniciativa para terminar con el círculo de vergüenza y tabúes es STD Triage, una aplicación que pretende romper de lleno con los antiguos valores sobre el sexo y ofrecer un primer acercamiento con un especialista de salud sexual. A través de una interfaz sencilla e intuitiva, la aplicación desliza un breve menú de opciones que además de ofrecer información y síntomas de las principales enfermedades de transmisión sexual, presenta la posibilidad de subir una fotografía del área afectada y ser atendido de forma anónima por médicos calificados.

Las fotografías son revisadas por un conjunto de expertos en dermatología que apoyados en la evidencia gráfica y junto con la descripción previamente enviada, emiten un primer diagnóstico a partir de los datos que obtienen del usuario anónimo. El segundo paso está en la posibilidad de agendar una cita en la clínica más cercana, sin trámites engorrosos ni la vergüenza de acudir a un chequeo. A pesar de que esta opción no sustituye a ninguna visita médica, funciona a la perfección para informar y mejorar la salud sexual y reproductiva frente a una generación que aún considera que Internet tiene el potencial para arreglar todo.